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La palabra brasier, viene de la palabra francesa brassiere (Bandolera) de braciere (abrazadera o armadura para proteger los brazos). El origen de la palabra nos remite a un objeto duro e incómodo al que nos tenemos que acostumbrar o aguantar. Por suerte, el brasier ha evolucionado a lo largo de la historia y se ha ido adaptando a las diferentes épocas y a sus mujeres.
Es una prenda que tiene dos funciones esenciales que hay que reconocer: dota de sensualidad al cuerpo femenino y mantiene los senos firmes por más tiempo.
Como cualquier otro elemento de vestimenta femenina responde a tendencias, estilos, materiales, diseños, colores y funciones. Desde su aparición en el mundo, lleva con él un dilema existencial entre ser cómodo o sensual. Cuando encontramos un brasier de nuestra talla que se ajusta perfecto a nuestro cuerpo es similar a encontrar un tesoro, porque nos sentimos felices, hermosas y sensuales. Pero se convierte en una pesadilla cuando no se adapta a nuestro cuerpo, se entierran las varillas, las almohadillas se mueven, la tela es muy dura, en lugar de ayudarnos a moldear el cuerpo nos aprietan y se realzan los “gorditos”. Eso nos hace sentir insatisfechas con nuestra figura y puede afectar hasta la autoestima.
La necesidad de empatar comodidad y sensualidad es justo lo que ha impulsado la evolución de esta prenda. La anécdota de su origen cuenta que fue Mary Phelph, una joven neoyorquina de 19 años, quien cansada del corsé que apretaba todo su cuerpo, diseñó el primer brasier cortando su armatoste dejando sólo la parte de arriba, una verdadera liberación para muchas mujeres que por fin pudieron respirar. Fue ella quien patentó el invento en 1914.
La imaginación se echó a volar desde entonces y ha dado paso a constantes innovaciones en estética y diseño de la prenda.
En los años 20´s, Ida Rosenthal, modista de origen ruso, incursionó en las tallas de brasiere, ideó diferentes medidas de sujetadores en función de la anatomía de la mujer. Clasificó a las mujeres en función de la edad, el tamaño del busto y la musculatura corporal, una brillante idea que permitió a las mujeres llevar sujetador con mayor confort. Ella creó la marca Maidenform.
La industria cinematográfica aportó su granito con el diseño de brasieres puntiagudos, el director Howard Hughes, pidió a un ingeniero aeronáutico que construyera una pieza de sujeción para el pecho de la debutante Jane Russell quien protagonizaba The Outlaw, filme que él producía.
Este estilo fue adoptado por la actriz Marylin Monroe, quien seguramente fue quien los puso de moda al ser un ícono de sensualidad y belleza.
La prenda también ha estado en el foco de movimientos sociales y conquistas de derechos de las mujeres. En 1968, feministas de NY se manifestaron en contra de la opresión hacia la mujer, y en una especie de performance, algunas de ellas se despojaron de sus sostenes dejando sus pechos en libertad, una manera de expresar que las mujeres no sólo deben ser vistas como objetos sexuales, ni tienen la tarea de satisfacer a otros más que a sí mismas.
Muchas mujeres feministas deciden dejar de usar brasier, pero esto no quiere decir que todas lo hagan, las demás buscan modelos que les ayuden a cuidar su cuerpo, sin caer en prendas incómodas. Al elegir prendas interiores piensan más en su cuidado y necesidades que en cumplir algún estereotipo de belleza.
Encontrando inspiración en los cambios sociales de género y en las necesidades de las mujeres modernas, I Love Shape presenta su línea seamless, liderada por sus prendas Fresh Bra y Control Fresh Bra, elaboradas con hilos con memoria que se estiran y se adaptan al cuerpo como una segunda piel, capaces de dar soporte al busto, comodidad y libertad de movimiento. Sin olvidar el componente sensual aportan un efecto push up para lucir un escote sexy, son brasieres que siguen la tendencia actual de deshacerse de las varillas, y son prendas certificadas por Lycra; el tejido ideal para un soporte adecuado